Para alcanzar una sociedad sostenible es necesario crear conciencia y educar desde la infancia.
Por Santi Aalavedra
En los últimos años, la sostenibilidad se ha convertido en una prioridad global. Muchas veces pensamos que hacer un cambio significativo requiere grandes inversiones o decisiones fuera de nuestro alcance, pero la realidad es que los pequeños hábitos diarios pueden generar un impacto positivo si se adoptan de manera colectiva. Tanto en el colegio como en casa, es posible implementar acciones sostenibles que no solo beneficien al medio ambiente, sino también fomenten una conciencia ecológica en nuestra comunidad.
En el colegio una de las formas más efectivas de promover la sostenibilidad es minimizar la generación de residuos y educar desde pequeños a los niños sobre el cambio climático y la importancia de cuidar y respetar el medio ambiente. Una medida sostenible es habituarse al reciclaje desde pequeños, por ejemplo en nuestro colegio mientras caminas por los pasillos o el patio del colegio hay estaciones de reciclaje para facilitar la separación de residuos.
Estas estaciones pueden incluir papeleras de colores, cada una dedicada a un tipo de material, como plástico, papel o residuos orgánicos, haciendo que el reciclaje sea más organizado e intuitivo para los más pequeños que las basuras tradicionales, hay que remarcar que complementar estas medidas con campañas de educación ambiental asegura que los estudiantes aprendan cómo clasificar correctamente los desechos.
Otra medida para reducir los residuos es el reciclaje de uniformes y libros. Los estudiantes podrán intercambiar o donar uniformes y libros que ya no utilizan, esto no solo reduce el desperdicio, sino que también fomenta una cultura de reutilización y solidaridad entre la comunidad escolar.
El uso eficiente de la energía también es clave. Apagar las luces y los dispositivos electrónicos cuando no se están utilizando es una acción sencilla que todos podemos incorporar en nuestra rutina. Fomentar el uso de la luz natural siempre que sea posible y el uso de energías renovables, como la instalación de paneles solares para conseguir energía de una manera más ecológica gracias a la luz solar.
El transporte escolar también puede ser más sostenible. Se puede incentivar a los estudiantes y sus familias a compartir el coche para reducir las emisiones o, si las distancias lo permiten, a caminar o usar la bicicleta para llegar al colegio. También el uso del autocar que organiza el colegio que minimiza la cantidad de contaminación al reducir el número de padres que han de coger el coche para recoger a sus hijos del colegio.
En casa, extender la sostenibilidad al ámbito familiar también es esencial. Reducir el consumo de plásticos de un solo uso es un primer paso clave. Por ejemplo, llevar bolsas de tela al supermercado, optar por envases reutilizables para almacenar alimentos y comprar productos a granel para evitar empaques innecesarios son hábitos efectivos. El compostaje también es una excelente manera de gestionar los residuos orgánicos en casa.
El agua es un recurso valioso que a menudo damos por sentado. Algunas acciones simples, como cerrar el grifo mientras nos cepillamos los dientes, usar sistemas de riego eficiente en el jardín, reparar fugas de agua de inmediato o no estar en la ducha más de 10 minutos pueden ahorrar cientos de litros al mes. Instalar dispositivos como aireadores en los grifos o sistemas de doble descarga en los inodoros también puede reducir el consumo de agua en casa.
Practicar un consumo responsable también es crucial. Optar por productos locales y de temporada es una forma sostenible de reducir la huella de carbono asociada al transporte de alimentos. Además, elegir productos con menos empaques o con certificaciones ecológicas contribuye al cuidado del medio ambiente. En casa, también podemos practicar la “economía circular” al reparar objetos en lugar de desecharlos, donar ropa y artículos que ya no necesitamos, y buscar oportunidades para reciclar o reutilizar materiales.
El cambio comienza con la educación. Tanto en casa como en el colegio es crucial que los niños y jóvenes comprendan el impacto de sus acciones sobre el medio ambiente. Organizar talleres, charlas y actividades prácticas puede motivar a los estudiantes a adoptar hábitos sostenibles. Por ejemplo, proyectos como la creación de un huerto escolar no solo enseñan sobre agricultura sostenible, sino que también fortalecen el trabajo en equipo y el compromiso con el medio ambiente. En el ámbito familiar, los padres también juegan un papel fundamental al ser un ejemplo para sus hijos. Involucrar a los más pequeños en actividades sostenibles, como separar los residuos o plantar árboles, puede ser una forma divertida y educativa de inculcar buenos hábitos.
Aunque las acciones individuales pueden parecer insignificantes, el impacto colectivo de estas pequeñas decisiones es enorme. Si cada estudiante, profesor y familia adopta uno o dos hábitos sostenibles, los beneficios serán visibles a nivel local y global. Además, estos esfuerzos contribuyen a construir una generación más consciente y comprometida con el cuidado del planeta. Hábitos como reducir el consumo de plástico, ahorrar energía y agua, y optar por el transporte sostenible no solo ayudan al medio ambiente, sino que también fomentan valores como la responsabilidad y la solidaridad. En última instancia, la sostenibilidad no es solo una meta, sino un estilo de vida que todos podemos adoptar para asegurar un futuro más limpio y saludable para las generaciones venideras.