Saltar al contenido

ELISABETH MORENO

La maestra y jugadora de ajedrez internacional Elisabeth Moreno celebra una partida

El ajedrez es una de mis grandes pasiones, algo que hago y que vivo profesionalmente. Me gusta mucho compartir mis conocimientos y experiencias con los niños, para que comprendan que no es solo un juego, sino un deporte, y en mi caso, es incluso una filosofía de vida. En ajedrez, te enfrentas a situaciones inesperadas, te encuentras perdido en una posición y tienes que buscar soluciones. Esto, en la vida real, es muy similar a cómo manejar los desafíos, cómo enfrentarte a los problemas sin rendirte. Me gusta enseñar a los niños que el ajedrez les puede ayudar a aprender a resolver problemas en la vida. Así que, en definitiva, me siento muy feliz de compartir esto con ellos.

Curiosamente, cuando estoy en una situación difícil, me concentro más. Es cuando me pongo más alerta y trato de encontrar la mejor solución. A veces, cuando estoy ganando, siento que todo va bien, pero cuando la partida se complica, me siento más motivada, como si el desafío me empujara a pensar aún más.

Comencé a jugar a los 7 años. Mis dos hermanos ya estaban aprendiendo ajedrez, y yo, que estaba en clases de pintura, me fijaba en lo que hacían. Me llamó la atención y comencé a aprender por mi cuenta, observando lo que el profesor les enseñaba.
Nunca he tenido un profesor, todo lo que sé lo he aprendido sola. Hoy en día sigo sin tener un entrenador.

Me encanta resolver problemas. El ajedrez está lleno de situaciones complejas que necesitas solucionar, y disfruto mucho de esa parte.
No es solo el ganar, sino el desafío de encontrar la mejor solución a cada situación que se presenta.

El ajedrez es un juego mental que puede ser tan exigente como cualquier deporte físico. Si bien el fútbol es un deporte activo, el ajedrez también requiere mucha concentración y esfuerzo mental. Los niños que disfrutan del ajedrez no necesitan elegir entre ajedrez y fútbol. Pueden practicar ambos. Al final, se trata de hacer lo que más les guste y lo que les motive. El ajedrez les aporta disciplina, pensamiento crítico y capacidad para resolver problemas, habilidades que también son fundamentales en la vida cotidiana.

Mi pieza favorita es el caballo.
Es una pieza menor, pero es muy poderosa. A veces la gente no le da mucha importancia, ya que sus movimientos son cortos, pero cuando está en el centro del tablero, controla muchas casillas a la vez. Me gusta porque es muy subestimada y, si sabes cómo usarla, puede ser una pieza muy peligrosa.

Cuando ganamos en equipo, por ejemplo en las olimpiadas, solemos hacer algo como jugar partidas rápidas de ajedrez, que son más ruidosas y llenas de emoción. También nos reunimos a celebrar, a veces simplemente salimos a tomar algo, algo bastante normal después de una victoria.

Mi principal inspiración fue Alexander Alekhine, un campeón mundial. Me gustaba mucho su estilo de juego, porque era muy versátil, combinaba defensa con ataques, algo que yo también hago. Me identifico con esa flexibilidad de jugar tanto de manera defensiva como ofensiva, dependiendo de la situación.

No tengo una estrategia fija ni una trampa que siempre funcione. Mi principal estrategia es tener confianza.
Si tienes confianza, las soluciones vienen solas, incluso si te enfrentas a un oponente más fuerte. La confianza te permite superar el miedo y enfrentar la partida con una mentalidad positiva

Aunque el ajedrez no requiere mucha actividad física, es fundamental mantener una buena rutina de ejercicio físico para tener resistencia mental. El ajedrez puede ser agotador, y si no tienes una buena forma física, es difícil concentrarte durante largas horas.

No hay una persona en específico, pero sí me llena de ilusión ver cómo los niños, en general, se interesan por el ajedrez. Me encanta cuando se acercan a mí con preguntas porque realmente quieren mejorar. Es muy gratificante ver su interés y cómo evolucionan.